Elogio del Horizonte
Eduardo Chillida Juantegui, 1990. Hormigón.
El Elogio del Horizonte está concebido a partir de un modelo de pequeño formato, que ha ido «creciendo» hasta alcanzar;10 metros de altura y un peso de 500 toneladas. Está realizado en hormigón armado, en el propio emplazamiento, el Cerro de Santa Catalina, a partir de dos pilares que actúan como soportes de una elipse abierta. Con sus brazos acogedores y su cuerpo sólido y, a la vez, liviano, el Elogio parece querer lanzarse a volar. Nave de aires y mares en la que viajar con la imaginación. Paredes desnudas, frías sólo en apariencia.El cielo es el techo de esta casa común, en cuyo interior la música del viento suena. El Elogio del Horizonte es también el elogio de la naturaleza, sobre el promontorio donde hace veinte siglos un pueblo echó raíces y escogió los límites de su hogar.
Dirección: Cerro de Sta Catalina, Cimavilla, 33201 Gijón, Asturias
Inauguración: 9 de junio de 1990
Horario:
Abierto 24 horas
Provincia: Asturias
Coordenadas: 43°32′57″N 5°39′47″O / 43.549166666667, -5.6630555555556
Dimensiones: 10 metros de alto
Material: Concreto
Peso: 500 toneladas
Técnica: Encofrado
La ubicación de la escultura le fue sugerida al alcalde Vicente Álvarez Areces por parte del arquitecto Paco Pol, encargado de la remodelación del Cerro de Santa Catalina en el barrio gijonés de Cimadevilla. Este se puso en contacto con el escultor en San Sebastián y, después de desplazarse Chillida a Gijón y ver el lugar de su emplazamiento, aceptó el encargo, que se formalizó con los correspondientes contratos con el maquetista, el encofrador, la empresa que hizo la obra civil y el propio arquitecto. Hasta entonces, el escultor había estado buscando el lugar idóneo por la costa atlántica europea, pero las mejores ubicaciones estaban militarizadas por su carácter estratégico.
Chillida realizó varias maquetas de pequeño tamaño en acero y madera hasta dar con la forma definitiva de la escultura. A partir de uno de estos diseños comenzó la ejecución de la obra, la cual arrancó con la construcción en una nave industrial de Hernani de una maqueta de poliestireno expandido a tamaño natural. Este modelo se utilizó para elaborar en torno a él, con ayuda del equipo de ebanistería de Bereciartúa, la estructura de madera de pino o encofrado que serviría de molde para el hormigón fresco. Tras haber marcado las tablillas de madera, esta estructura se trasladó a Gijón y se volvió a montar pieza por pieza en el Cerro de Santa Catalina. Allí se colocó una armadura metálica que soporta el peso del hormigón que forma la escultura: 500 toneladas. Tanto la armadura como el resto de la parte técnica fueron diseñados por el ingeniero de caminos José Antonio Fernández Ordóñez, con quien Chillida ya había colaborado en otras ocasiones. Tras verterse el hormigón en el encofrado y producirse durante una semana su secado o fraguado, se procedió al desencofrado. Por último, la superficie de la escultura se sometió a una limpieza con ácidos que culminó con la obtención del color original del hormigón.